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"Cuando llegues a la cima de la montaña, sigue subiendo."

Proverbio Zen

“Si cada día coges un puñado de arena, formarás una montaña.”

Buda Gautama

 

 

Quiero compartir contigo el manual de Paulo Coelho, el cual me ha dado mucha energía a la hora de escalar mi última montaña e ilusión para seguir escalando otras montañas en mi vida. Lo que más recuerdo de mi última escalada son los pequeños logros y las grandes emociones vividas, pero en muchas ocasiones he tropezado y he cometido errores; ahora los acepto. El reto más importante ha sido levantarme y volver a empezar o intentarlo de nuevo por otro camino. Al final lo he conseguido y ha sido para mí un gran aprendizaje.

Ahora puedo decir que he disfrutado de cada momento en mi camino, he aprendido de mis errores y  he podido comprobar en primera persona que ES POSIBLE alcanzar los sueños. Por eso quiero compartir este manual contigo y que compruebes por ti  mismo que si lo pones en práctica FUNCIONA!

No sé qué montañas estés atravesando en estos momentos, o si estás en alguna o estás sentado en un pico contemplando la inmensidad de la creación y estando sumamente satisfecho de tu esfuerzo el cual por no haber desistido te ha llevado a una victoria personal, o si estás muerto de miedo en las faldas de esa montaña viendo lo grande, imponente e inmensa que parece, sin embargo, todos tenemos montañas que escalar…

Deseo que tu montaña sea maravillosa, excitante, fuerte, que represente para ti un riesgo y que Sí, te provoque miles de emociones, que te haga sentir VIVO, que te haga pensar en todo aquello que no piensas desde hace mucho por estar automatizado y muy preocupado en vivir tu vida como, según tu, deberías de vivirla.

Aquello que no te provoca nada, es aquello que te hace morir un poquito mas día a día y está contribuyendo a cavar la tumba de tu parálisis emocional, mental y espiritual en la vida… vivir la vida muriéndola día a día, cargando con ella, sacrificando tu ser, tu voz, tus sueños por ese concepto basado en el falso amor, “el sacrificio”….No temas volver a sufrir, volver a llorar como un pequeño niño, no temas que se incendie tu vida de pasión, no temas gritar y pelear…
Eso es VIVIR…

 

1. Escoge la montaña que deseas subir: no te dejes llevar por los comentarios de los demás, que dicen “esa es más bonita”, o “aquella es más fácil”. Vas a gastar mucha energí­a y entusiasmo en alcanzar tu objetivo, y por lo tanto eres tú el único responsable y debes estar seguro de lo que estás haciendo.

2. Sabe como llegar frente a ella: muchas veces, vemos la montaña de lejos, hermosa, ineresante, llena de desafí­os. Pero cuando intentamos acercarnos, ¿qué ocurre? Que es´ta rodeada de carreteras, que entre tú y tu meta se interponen bosques, que lo que parece claro en el mapa es difí­cil en la vida real. Por ello, intenta todos los caminos, todas las sendas, hasta que por fin un dí­a te encuentres frente a la cima que pretendes alcanzar.

3. Aprende de quien ya caminó por allí­: por más que te consideres único, siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido; lugares donde colocar la cuerda, picadas, ramas quebradas para facilitar la marcha. La caminata es tuya, la responsabilidad también, per no olvides que la experiencia ajena ayuda mucho.

4. Los peligros, vistos de cerca, se pueden controlar: cuando empieces a subir la montaña de tus sueños, presta atención a lo que te rodea. Hay despeñaderos, claro. Hay hendiduras casi imperceptibles. Hay piedras tan pulidas por las tormentas que se vuelven resbaladizas como el hielo. Pero si sabes dónde pones el pie, te darás cuenta de los peligros y sabrás evitarlos.

5. El paisaje cambia, así­ que aprovéchalo: claro que hay que tener un objetvo en mente: llegar a lo alto. Pero a medida que se va subiendo, se pueden ver más cosas, y no cuesta nada detenerse de vez en cuando y disfrutar un poco del panorama de alrededor. A cada metro conquistado, puedes ver un poco más lejos; aprovecha eso para descubrir cosas de las que hasta ahora no te habias dado cuenta.


6. Respeta tu cuerpo: sólo consigue subir una montaña aquél que presta a su cuerpo la atención que merece. Tú tienes todo el tiempo que te da la vida, así­ que, al caminar, no te exijas más de lo que puedas dar. Si vas demasiado deprisa, te cansarás y abandonarás a la mitad. Si lo haces demasiado despacio, caerá la noche y estarás perdido. Aprovecha el paisaje, disfruta del agua fresca de los manantiales y de los frutos que la naturaleza generosamente te ofrece, pero sigue caminando.

7. Respeta tu alma: no te repitas todo el rato “voy a conseguirlo”. Tu alma ya lo sabe. Lo que ella necesita es usar la larga caminata para poder crecer, extenderse por el horizonte, alcanzar el cielo. De nada sirve una obsesión para la búsqueda de un objetivo, y además termina por echar a perder la escalada. Pero atención, tampoco te repitas “es más difí­cil de lo que pensaba”, pues eso te hará perder la fuerza interior.

8. Prepárate para caminar un kilómetro más: el recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que pensabas. No te engañes, ha de llegar el momento en que aquello que parecí­a cercano está aún muy lejos. Pero como estás dispuesto a llegar hasta allí­, eso no ha de ser un problema.

9. Alégrate cuando llegues a la cumbre: llora, bate palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido, deja que el viento allá en lo alto (porque allá en la cima siempre hace viento) purifique tu mente, refresca tus pies sudados y cansados, abre los ojos, limpia el polvo de tu corazón. Piensa que lo que antes era apenas un sueño, una visión lejana, es ahora parte de tu vida. Lo conseguiste.

10. Haz una promesa: aprovechas que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocí­as, y dite a ti mosmo que a partir de ahora, y durante el resto de tus dí­as, la vas utilizar. Y, si es posible, promete también descubrir otra montaña, y parte en una nueva aventura.

11. Cuenta tu historia: sí­, cuenta tu historia. Ofrece tu ejemplo. Di a todos que es posible, y así­ otras personas sentirán el valor para enfrentarse a sus propias montañas.

 

 

Tomado del blog de Marga Puigserver

 

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